Ya sea en la rama textil, en la fabricación de calzado, en la sastrería o el estampado, ya sea en combinación con la mecanización, la introducción de las mujeres significaba que los empleadores habían decidido ahorrar costos de fuerza de trabajo. «En la medida en que el trabajo manual requiere menos habilidad y fuerza, es decir, en la medida en que la industria moderna se desarrolla, en esa medida el trabajo de las mujeres y de los niños tiende a reemplazar el de los hombres». Los sastres de Londres explicaban su precaria situación durante los años cuarenta del siglo XIX como una consecuencia del deseo del patrón de vender más barato que los competidores para lo cual contrataba mujeres y niños. Los impresores norteamericanos veían en el empleo de tipógrafas en los años sesenta, como “la última estratagema de los capitalistas”, que tentaban a la mujer a que abandonara «su esfera propia» para convertirla en «el instrumento para reducir los salarios, lo cual hunde a ambos sexos en la actual servidumbre no compensada de la mujer.
A.A. V.V., Historia de las mujeres en Occidente, Madrid, Taurus, 1991. Georges Duby (dir.), Michelle Perrot (dir.) Vol. 4