Anexo 1
Adaptación de “La privatización del agua y el Banco Mundial” de Raúl A. Wiener.
EI Banco Mundial ha defendido permanentemente la tesis de que la forma de aumentar la disponibilidad de agua es tratándola como un producto más del suelo y del subsuelo que, como el cobre, el oro y el petróleo, debe ser explorado y desarrollado por capitales privados que tengan el aliciente de la ganancia para animarse a invertir.
Actualmente, un habitante del sur consume un promedio de 20 litros de agua por día; un estadounidense supera los 600 litros. A la velocidad de consumo actual, se llegará al final de los próximos 20 años con más de 3 mil millones de seres humanos sin acceso al agua potable; y con una perspectiva de conflicto global por el control de las fuentes de abastecimiento que podría ser la guerra más pavorosa que se haya conocido. Todo esto podría evitarse de dos maneras:
a) Reduciendo el sobreconsumo de los países desarrollados a un nivel razonable, lo que permitiría desacelerar la tendencia de agotamiento de las reservas y compartir mejor con los países más necesitados.
b) Ampliando nuevas fuentes de agua para su uso planificado, evitando su depredación.
¿Qué hace y qué propone el Banco Mundial? Promueve las privatizaciones. Pero como la condición para que el capital invierta en explotaciones nuevas es que no tenga obstáculos para apropiarse también de las viejas, el Banco Mundial también defiende la privatización de las empresas de servicio de agua en operaciones. Al final, este termina siendo el tema clave, y no las inversiones nuevas.
La privatización conduce a llevar a nivel real el precio de venta del agua a los usuarios finales. ¿Cuál es el precio real? No el que cuesta extraer el agua y distribuirla, sino el que el mercado esté dispuesto y en condiciones de pagar en un escenario de creciente escases, de incapacidad de reemplazarla por un sustituto, y de oferta monopólica. Además, el Banco Mundial dice que a largo plazo funcionará un mercado mundial del agua de la misma manera que funciona el del petróleo. En el futuro, para que una empresa o una familia de Estados Unidos, Europa o Japón puedan seguir consumiendo las cantidades de agua que hoy mantienen, van a tener que pagar por ello.
Para justificar la privatización algunos gobiernos argumentan que como no hay dinero en la caja fiscal y la prioridad es el pago de la deuda externa, la opción que queda es privatizar. Si hay un millón de personas sin agua en Lima y más del doble en el resto del país, solo cabe pedirle al capital privado que ponga la plata. Las cifras de los estudios del Banco Mundial irrumpen sobre nosotros y nos avisan que no hay manera de que el Estado, las regiones y los municipios puedan hacerse cargo del problema. Esto no es parte de un plan de privatización global; simplemente hay empresas nacionales que funcionan mal y que su mejor alternativa es ser privatizadas.
A modo de contexto: Los procesos de privatización de los servicios de agua potable en países desarrollados y subdesarrollados existen desde la segunda mitad de la década de 1980.
En 1995 se suscribió el Acuerdo General de Comercio de Servicios (AGCS) como parte de los compromisos impulsados por la Organización Mundial de Comercio (OMC), que establece un proceso de liberalización, desregulación y privatización de los servicios básicos, apuntando a la creación de mercados globales del agua, la energía, las telecomunicaciones, la salud y la educación, entre otros.
© Editorial Estrada S.A. 2021
Autoría: Berenice Heredia y María Inés Trobo García
Edición: Sofía Viders y Pamela Pulcinella
Fotografías: 123RF
Se utiliza el masculino como genérico, para evitar la sobrecarga gráfica de escribir el femenino y el masculino en cada nominación. Esta decisión responde únicamente a una simplificación gráfica, dado que desde nuestro sello editorial promovemos la igualdad de género en todos los ámbitos.