Anexo 3

Adaptación de “La privatización del agua y el Banco Mundial” de Raúl A. Wiener

Actualmente, solo el 5% de la prestación de servicio de agua está bajo manejo de compañías privadas a nivel mundial. Además, en el caso de estas privatizaciones, la cantidad de fracasos y reversiones es muy superior que en cualquier otro sector: Cochabamba, Buenos Aires, Atlanta, Manila, que fueron experiencias modelo del Banco Mundial y terminaron en la devolución de las empresas luego de que la población no aceptara el ajuste de tarifas y las nuevas reglas del servicio; y que han terminado en denuncias con altas pretensiones de indemnización por parte de las transnacionales.

Recientemente, la entrega de una gestión de agua a una empresa privada en la provincia de Pacasmayo, en La Libertad, concluyó en la devolución de la concesión. Las inversiones ofrecidas no se cumplieron y la cobertura no creció. El tiempo del servicio se redujo de cuatro horas diarias a una hora, etc. Recuperada por los municipios, la empresa ha mejorado de inmediato.

Una de las razones por las que la apuesta de la privatización es tramposa y mentirosa, es que las empresas privadas que invierten en agua en todo el mundo, que se pueden contar con una mano, son principalmente de origen europeo y en menor grado norteamericanas. Por más poderosas que sean cada una de ellas, la suma de toda su capacidad económica no podría cubrir sino una fracción minúscula de las necesidades detectadas por los estudios del Banco Mundial y otros organismos similares para afrontar la crisis del agua en los próximos 20 años. Entonces, ¿cómo se puede dar como solución lo que no tiene capacidad de serlo? La explicación es que el Banco Mundial está trabajando objetivamente para estas empresas, y usa las cifras globales como una manera de dramatizar la situación para dar paso a inversores muy concretos. Parece que el sueño del Banco Mundial es que estas empresas se apoderen de lo que puedan hacer suyo dentro del mercado de agua del mundo, y que desde allí puedan ensancharse, y con las ganancias de un lugar, abrir nuevos negocios en otros, o convencer a inversionistas de otros sectores a entrar en el sector.

Sospechamos que las tarifas van a ser mucho más altas. Porque cualquier empresa que esté mal, podría estar rápidamente bien si triplica sus precios y obliga a pagar por su condición de monopolio. Sin embargo, si esto lo hacen las empresas municipales o el gobierno de Toledo, los cuelgan en una plaza. Las empresas creen que es más difícil que “los cuelguen” si se trata de una transnacional.

Sospechamos que con nuestra plata se van a realizar las inversiones que dicen que justifican la privatización, y que perderemos democracia, porque el tema del servicio del agua ya no será un debate con las autoridades públicas, sino en una oficina de informes de una empresa privada. Sospechamos que otra tanda de trabajadores va a perder su empleo para que los operadores privados reduzcan sus costos. Sospechamos que, si nos metemos en este camino, después va a ser mucho más difícil volver para atrás, ya que habrá todo tipo de presiones, demandas, juicios y demás, para castigar el intento de desarmar la privatización. Sospechamos que cuando una o más empresas extranjeras administren nuestras fuentes de agua potable, será mucho más fácil vender este recurso a compradores del exterior. Para eso se está preparando el mundo desarrollado desde hace algunos años y ya tiene buena parte de la infraestructura de importación; le faltan los exportadores confiables.

El primer principio que tenemos que subrayar cuantas veces sea necesario es que nuestros problemas no coinciden con los de las economías desarrolladas, y en algunos casos son contradictorios. El trato sur-norte debe ser para cambiar las reglas de juego, para que apunten a la conservación, protección, justicia, equidad, democracia y solidaridad. No para adaptarnos al despilfarro, la contaminación, la desigualdad, la imposición y el interés a corto plazo que domina a los más ricos y para los cuales trabaja el Banco Mundial. Deseamos cambiar lo existente, y para hacerlo los instrumentos son nuestros recursos naturales y el trabajo de nuestra gente. Informar, siempre decir la verdad a la población. Democratizar, siempre hacer que en los asuntos importantes prime la opinión de la sociedad.

© Editorial Estrada S.A. 2021

Autoría: Berenice Heredia y María Inés Trobo García

Edición: Sofía Viders y Pamela Pulcinella

Fotografías: 123RF

Se utiliza el masculino como genérico, para evitar la sobrecarga gráfica de escribir el femenino y el masculino en cada nominación. Esta decisión responde únicamente a una simplificación gráfica, dado que desde nuestro sello editorial promovemos la igualdad de género en todos los ámbitos.